viernes, 5 de agosto de 2016

La solución, más Constitución.

Quizás una de las razones por las que España se encuentra en una incómoda e irritante situación de bloqueo político que ha entrado en su séptimo mes sin perspectivas claras de solución está en la forma en que funciona la política en nuestro país. Probablemente haya razones, después de 37 años, para plantearse una reforma en profundidad de nuestro texto constitucional, pero la solución a la difícil situación actual no creo que necesite de ello, sino más bien de aplicar el texto actual de una forma más fiel a su espíritu y a su letra. 

Por una parte, los medios no se cansan de hablar del supuesto encargo a un candidato de formar gobierno. La Constitución no habla de un encargo, sino de un candidato a presidir el Gobierno que el Rey propone al Congreso tras un proceso de consultas. No se trata de un encargo ni me parece fiel a la Constitución interpretar que el candidato puede rechazar la propuesta ni por supuesto aceptarla pero luego no presentarse a la cámara para someterse a la decisión de la misma. 

Pero más grave me parece que todos den por hecho que la solución esté exclusivamente en que se pongan de acuerdo tan sólo un puñado de personas, los jefes de fila de los distintos grupos. El candidato a presidir el gobierno se somete a la votación del Congreso, que es el conjunto de los diputados elegidos por los ciudadanos y según el artículo 67 de la Constitución "los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo". Quienes deben decidir son los diputados, no sus jefes de fila. 


Si hay algo que caracteriza la forma en la que funciona nuestro sistema político es el poder desmedido de los partidos. En otros países democráticos, singularmente en los anglosajones, sería inconcebible la forma en que se abusa del concepto de disciplina de partido, concepto que en sí mismo es dudosamente compatible con la citada prohibición constitucional del mandato imperativo. Aún admitiendo que la cohesión de cada grupo puede ser útil en la tarea legislativa más o menos rutinaria, creo sinceramente que no debería tener cabida a la hora de tomar decisiones tan importantes como la de elegir a la persona que debe presidir el ejecutivo. 

En una decisión tan trascendente es normal que, como revelan ciertas declaraciones recientes, dentro de cada grupo político haya personas que piensen de forma diferente a los portavoces o líderes de cada formación política. El candidato debería intentar convencer a la mayoría de los diputados en su fuero interno, no en función de lo que ordene su partido. El voto debería ser en conciencia y sin presiones. Estoy convencido de que si se planteara así el debate de investidura y no en términos de aritmética de grupos, habría muchas más posibilidades de que el proceso de poner en marcha un gobierno llegara a buen término.


J.T.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Adiós, Agustín.



Esta mañana, en Madrid, con apenas 57 años, nos ha dejado mi hermano, Agustín Tena, víctima de una enfermedad grave que se lo ha llevado en apenas unas semanas. Agustín, un ser cariñoso y siempre tierno, se va discretamente, sin apenas despedirse, sin ruido, como era él.

Muchos le recordarán en los años de la llamada movida madrileña, con aquella publicación que encarna para muchos el espíritu de aquellos años, la revista Dezine que fue producto de su esfuerzo y de su visión. Agustín tuvo también un papel esencial en el Festival de Otoño madrileño cuando en los años 90, durante el gobierno  de Joaquín  Leguina, fue responsable del Centro de Estudios y Actividades Culturales (CEAC) de la Comunidad de Madrid. 

Agustín era un gran escritor, novelista, guionista y ensayista y un enamorado del cine, por lo que su actividad profesional en el ámbito cultural se centró sobre todo en el cine y otros medios audiovisuales, habiendo escrito y trabajado para TVE, ABC y otros medios. 

Los últimos años de Agustín fueron difíciles. La crisis le dejó sin apenas trabajo y su vida familiar se complicó también con una nueva separación. Estoy seguro de que todos los que le conocieron le recordarán con el mismo cariño que lo haremos todos sus hermanos.


J.T.


martes, 23 de septiembre de 2014

Superar un despido

Una de las consecuencias más dramáticas de la difícil situación económica que hemos atravesado a lo largo de los últimos años es el enorme número de personas, incluso profesionales muy cualificados, que han pasado por la experiencia de enfrentarse a un despido. Una de esas personas, mi hermana Pilar Tena, que durante muchos años ha sido subdirectora del Real Instituto Elcano, supo enfrentarse a esa difícil situación de forma positiva, intentando, como viene haciendo desde entonces, ayudar a otros a superar ese mal trago. Reproduzco aquí una entrevista donde Pilar explica ese proceso.



J. T.

domingo, 19 de mayo de 2013

The Light


Me ha hecho gracia esta caricatura de KAL en la edición de esta semana de The Economist (http://www.economist.com/news/world-week/21578051-kals-cartoon?frsc=dg%7Ca) . Nada más adecuado para retomar mi blog, abandonado desde hace meses, teniendo en cuenta el nombre del mismo...



J. T. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

No todo es economía





Acabo de escuchar el mensaje de Navidad de S.M. el Rey Don Juan Carlos y, como economista, no puedo menos que elogiar una de las ideas clave que ha querido transmitirnos a los españoles, a saber, la que da título a esta entrada. En tiempos de zozobra y de crisis, me parece muy oportuno apartarse del ya clásico "it's the economy, stupid" y recordarnos que la obsesión por lo material es perniciosa cuando tocan vacas flacas. Desde el punto de vista económico, como desde el sentido común, está bien claro que las dificultades que atraviesa España sólo podrán superarse con el esfuerzo de todos. Somos muchos los que hemos tenido que sacrificar parte de nuestra comodidad y de nuestra forma de vida, sufriendo las penurias de unas medidas de austeridad extrema, consecuencia de una situación de la que la mayoría no somos responsables, si bien es cierto que llevamos años beneficiándonos de un tren de vida que quizá no estaba acorde con nuestras posibilidades.

Esa austeridad, como ha señalado el rey, debe ser compatible con el crecimiento y ya he dicho en este espacio anteriormente que pienso de verdad que hemos dado grandes pasos para sentar las bases de un crecimiento futuro que ahora parece lejano, pero que muchos empezamos a atisbar examinando algunos datos e indicadores recientes. El esfuerzo que necesitamos exige la concordia, el consenso y la superación de las diferencias, la búsqueda en definitiva de lo que nos une, relegando a un segundo plano lo que nos separa por el bien de todos. Nuestras instituciones no son perfectas, pero han funcionado admirablemente bien durante más de treinta años. Respetemos ese acervo y no rompamos la baraja ni intentemos engañar o interpretar las reglas en beneficio propio. Somos un gran país con una historia larga y llena de motivos para sentirnos orgullosos de lo que somos. Vayamos por el mundo con la cabeza alta, con nuestra hermosa lengua por bandera, de la mano de las naciones hermanas del otro lado del Atlántico y de nuestros socios europeos, con la mayoría de los cuáles compartimos una moneda que en apenas una década ha conseguido convertirse en una de las principales divisas del mundo, por mucho que algunos agoreros quieran sacar provecho de un supuesto hundimiento de la Unión Monetaria que la sustenta, mientras quienes la compartimos damos los pasos para consolidarla.

Es Navidad y este tiempo debe ser ocasión para que luzca algo más que las luces en nuestras calles y en nuestros hogares. Hagamos que brille la generosidad frente al resentimiento, la solidaridad frente a la avaricia, el sentido común frente a la maniobra traicionera, el compromiso frente al enfrentamiento, la paz y el optimismo en lugar de la reyerta y el catastrofismo, la luz de la esperanza en fin, desterrando las tinieblas del miedo.

Feliz Navidad a todos los españoles y a nuestros amigos de todo el mundo.

J. T.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Más Europa




Hace un par de semanas (Confianza en el futuro) expresaba mi confianza en que la situación económica iba camino de mejorar, pues, aunque tarde y un poco a trompicones, la Unión Europea estaba tomando las medidas necesarias para resolver los problemas que han hecho que nos encontremos en la situación actual, que la crisis económica mundial se haya manifestado en Europa de una forma tan virulenta. Entonces apuntaba que la decisión de poner en marcha la unión monetaria y establecer una moneda común para la mayor parte de los países miembros, una decisión política valiente en aquellos momentos, se adoptó sin establecer los mecanismos necesarios para lograr un buen funcionamiento de la política monetaria y evitar el riesgo de movimientos económicos divergentes entre los distintos países que compartimos el euro como moneda.

El acuerdo logrado la semana pasada para establecer  un mecanismo conjunto de supervisión bancaria para el conjunto de la zona euro es un paso muy importante en la dirección correcta. Es cierto que la forma en que se va a implantar no es perfecta y es lamentable que se deje a las autoridades nacionales al supervisión de algunas instituciones, pero el acuerdo en sí permite avanzar en la arquitectura de lo que sin duda llegará a constituir un sistema financiero más homogéneo y más estable. Queda por resolver la puesta en marcha de mecanismos que aseguren una mejor coordinación de las políticas fiscales. Ese paso será complicado, ya que los gobiernos de los países miembros deberán inevitablemente ceder parte de su soberanía a las instituciones europeas, lo que a su vez implica la necesidad de democratizar y hacer más transparentes esas instituciones. Sin embargo, estoy convencido de que la economía europea saldrá beneficiada y reforzada de ese proceso. Para poder sobrevivir en un mundo interconectado en el que el poder económico se concentra en las manos de grandes potencias como Estados Unidos y China, Europa debe esforzarse para poder tratar de igual a igual a esos gigantes y no podrá hacerlo dignamente mientras no cuente con las estructuras de poder y las instituciones adecuadas.

J. T.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Recortar pero con tino: la recuperación necesita al sector exterior




En la prensa española de los últimos meses se ha mencionado varias veces a Canadá como ejemplo por su éxito a la hora de abordar un programa de consolidación fiscal sin perjudicar excesivamente el mantenimiento de la actividad económica y el crecimiento. Canadá pasó en los años 90 por una situación difícil en sus finanzas públicas, con el nivel de endeudamiento público disparado, acercándose peligrosamente al 80% del PIB, superando  los tipos de interés que se veía obligada a pagar para financiarse el 5% como promedio.

Entre 1995 y 1998 se aplicó un riguroso recorte de los gastos del gobierno federal, que le permitió reducir sus gastos no financieros en cerca del 10% en sólo tres años. Evidentemente, la medicina fue dura y hubo que prescindir de muchos programas públicos, pero el resultado fue un éxito y se logró superar la situación en corto tiempo. Es cierto que las circunstancias de la economía mundial eran relativamente favorables y el mercado estadounidense, tan importante para Canadá, se encontraba en un momento de auge, pero la razón del éxito de los recortes estuvo sobre todo en la forma en que se hicieron.

En lugar de marcar un porcentaje de recorte objetivo e intentar aplicarlo por igual a todos los gastos, la metodología utilizada consistió en analizar uno a uno los programas de gasto de los distintos departamentos y concentrar los recortes en aquellos programas que claramente no respondían a una necesidad o contribuían a un objetivo claramente necesario en términos económicos. El proceso de "revisión de programas" como se denominó, aplicaba unos criterios objetivos que permitían eliminar los gastos menos necesarios.

Esperemos que el gobierno español sepa aprender de aquél ejemplo y logre separar la paja del trigo con tanto éxito como lo hizo Canadá en aquellos años, manteniendo e incluso aumentando los gastos que pueden ayudarnos a salir de la crisis y prescindiendo de aquellos que no contribuyen a ese objetivo. El sector exterior es en estos momentos de demanda interna deprimida prioritario para mantener y aumentar el nivel de producción  Pienso que reducir los recursos destinados a este fin o a atraer financiación exterior que contribuya a relanzar la inversión productiva sería muy desacertado.

Es sabido que si no fuera por al sector exterior, España atravesaría una grave depresión. Hagamos lo necesario para evitarlo. Si hay que ahorrar, hagámoslo, pero con tino, prescindiendo de lo superfluo o de lo menos necesario, no de lo que se invierte en ayudar a superar el círculo vicioso de la recesión.

JT